domingo, 2 de mayo de 2010

SUEÑOS


"Nadie sabe el dìa ni la hora, sòlo el Padre que està en el Cielo"

Parafraseando las palabras de Jesùs, reflexiono sobre lo que soñè ayer, en la mañana y en la siesta de la tarde.

En la mañana, me encontraba en una casa en la que he estado en otros sueños anteriores pero nunca, creo, en mi vida real. Es una casa en lo alto de una colina, desde donde se divisa el lago de Amatitlàn y abajo, una planicie con sembrados a la orilla del lago. En la casa existe un gran ventanal con vista hacia el lago; la casa es de color blanco, con decoraciones de madera en sus paredes exteriores y se llega a ella a travès de una calle con carrileras de cemento, que suben la montaña en donde se encuentra ubicada, dentro de una colonia residencial con otras casas. Al entrar al terreno de la casa, da la sensaciòn como que està escondida entre una vegetaciòn de arbustos y plantas de claveles salvajes. Me recuerdo que estàbamos ahì con Oscar, mi esposo, pasando un buen rato con otras personas de las cuales no recuerdo quiènes eran.

Lo importante en el sueño, de los detalles que recuerdo, era que celebràbamos el cumpleaños de Ruth de Patzàn. Lo que no recuerdo bien es si lo estàbamos celebrando en esa casa o en otro lugar. Sin embargo, recuerdo que yo me asombraba y me decìa a mì misma: "¿Còmo regresò? ¡Pero si ya muriò!" Y es que Ruth fue una compañera temporal de la Pastoral de Visitadoras de Enfermos, a la cual conocì cuando nos acompañaba, aùn enferma de càncer. Luego, cuando el cuerpo ya no se lo permitiò màs, casi al final de su vida, la fuimos a visitar por ùltima vez a su casa y me impactò profundamente su testimonio de fe y confianza en Dios. En esta ùltima visita, ella estaba recostada en su cama, muy arregladita y peinadita como siempre le gustaba estar y, aunque sabìamos que padecìa dolores terribles por el càncer, nos contò que ya estaba cansada y se querìa ir con Jesùs, que no tenìa miedo pero que le daban tristeza su esposo y sus hijos. Y con mucha sabidurìa y amor, nos consolò con palabras divinas de esperanza.

Cuando ella visitaba ancianos y enfermos con la Pastoral, siempre llevaba una grabadora pequeña, la cual hacìa funcionar para seguir la mùsica de canciones cristianas y alabar junto con esta mùsica, en el rito de visita y Comuniòn con el Señor. Gracias a ello, este momento se tornaba màs especial de lo que por sì mismo ya es.

Aunque compartimos poco tiempo nuestra amistad, siento que "tenìamos quìmica" como dicen mis hijas e incluso, como a Ruth le gustaba hacer manualidades, me regalò una cajita de fòsforos muy coqueta y forrada con repujado, realizado por ella misma. "Para que prendas la vela del rito de comuniòn" me dijo cuando me la diò.

Por la tarde, en mi siesta, tuve otro sueño del cual no recuerdo mas que yo le hablaba a alguien sobre "mi tata". Lo que me llamò la atenciòn de este sueño es que esta frase yo casi no la uso; mas bien es usada por mi suegra, ya sea cuando se refiere a su papà o al papà de otras personas. Entonces, ya despierta pensè: "¡Si mi papà ya està muerto!"

Uniendo todos los pensamientos y reflexiones de mis sueños me pregunto: ¿Què me quieres decir Dios? ¿Tiene todo èsto alguna relaciòn con la enfermedad de Doña Adry, mi suegra? Ruth muriò de càncer, ¿es que acaso estàs preparando mi alma para los tiempos difìciles por venir?

Tù me has enseñado Señor, cuàles son los sueños donde me hablas y cuàles son solamente inventos de mi imaginaciòn. En el fondo de mi alma, sè que tienes un mensaje para mì a travès de estas reflexiones y sueños, ¡sòlo te pido que me des discernimiento para entenderlo!

No hay comentarios: