"Hay un tiempo para todo
todo tiene su momento oportuno;
hay tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo..."
(Eclesiastés 3, 1)
Cuando las canas brillan
entre tus colochos revueltos.
Cuando tus ojos se enmarcan
con las líneas de la vejez.
Cuando tu voz se atraganta
con la respiración entrecortada del cansancio.
Cuando los pasos se entorpecen
y la memoria falla.
Ahí es cuando tu maternidad
ha dejado atrás su época de oro:
aquellos años mozos donde tus hijos
se cobijaban en tus brazos;
donde tus carreras matutinas
por tenerlos listos a tiempo y llevarlos al colegio
se convertían en charlas de sueños y juegos;
donde en sus primeros años de adolescencia
veías sus ojos iluminados
por la estrella del primer amor...
Todo eso es pasado.
La adultez de tus hijos,
nietos te ha dado
y con mucha alegría siempre los has recibido,
mas la carrera de la vida
se ha vuelto un caminar de pensamientos
y una subida constante a brillar en el Cielo.