viernes, 25 de diciembre de 2015

El Hotel

A veces Dios me presta Sus ojos para ver el mundo desde arriba y, una parte de Su corazón, (el mío es pequeñísimo comparado al de Él) para sentir la vida desde abajo.

Desde el joven adolescente que todos los días esperaba pacientemente, en el pasillo hacia el restaurante, algún huésped que deseara sus zapatos bien lustrados, y que sonreía tímidamente esbozando un "buenos días".  La señora siempre pulcra tocando puertas en la mañana y en la noche, diciendo "camarera: ¿desea toallas?". Kenia, Rogelio y Marvin en la recepción, atendiendo siempre con una sonrisa cualquier necesidad de los huéspedes. La chef del restaurante, siempre atenta a preparar los huevos del desayuno o servir el nacatamal del domingo; unas veces en la comodidad de su salón de siempre y otras, sin perder la sonrisa franca, desde la incomodidad de otro salón a donde había sido trasladado el área de comer por el evento del día anterior. Los jardineros que mantienen esos árboles, plantas y flores tan bien cuidados. Los albañiles que, escondidos casi al final de hotel, cerca de las canchas de tenis, refaccionan en grupo descansando un poco de sus labores cotidianas bajo ese calorcito de Managua....

Todo un pequeño mundo de personas serviciales y atentas, trabajando en este hotel del cual soy parte de los privilegiados para habitar en él durante una semana de relax y retiro espiritual.

Y pienso que Tú, Dios Padre Misericordioso, debes gozarte viendo a Tus hijos desde arriba...

En este mundo globalizado donde nos vemos como masa, como país, como continente o cultura, Tú nos ves en conjunto pero, al mismo tiempo, nos has creado únicos y exclusivos, y así te gusta admirarnos.

El albañil gordito, que amablemente me mostró el hábitat de los venados mientras se comía su galleta de refacción y, cuando después de media hora de observar la familia de venados y tomarle fotos, se acercó su joven compañero de pantalones hasta la cadera y calzoncillos fuera del pantalón para disfrutar también ellos de los venados, yo tuve que irme por la inseguridad campea en nuestros países....

El sentir que ese "boleador" adolescente y colocho se aburre todas las mañanas, esperando algún ejecutivo que quiera sus zapatos brillantes gracias a él y mientras éste llega, lee la Biblia pequeña que guarda en su bolsillo. Mas sin embargo, puede trabajar dignamente para ayudar a su familia.

Oir a Marvin que, con mucha ilusión, comparte el cuadro de la orquídea que él mismo pintó en las clases que recibe a hora y media de su casa, después de una semana de trabajo arduo todo el día en la recepción del hotel.

Compartir con la chef que el lunes, ya un poco más relajada después de un fin de semana intenso, me prepara mi rica omelette de vegetales mientras me cuenta que ha sido muy agitado, pero lo único que le molesta un poco es cuando la trasladan de su salón habitual y tiene poco espacio para cocinar.

La morena Karlita que me ayudó en el "Business Center" y despacio, pero eficientemente, con su defecto en la pierna atendía a todos los ejecutivos que con prisa, le pedían copias e impresiones.

Sergio, el mesero, nos atendía con prontitud a la orilla de la piscina y caminaba largas distancias hasta la cocina, para llevar y traer las comidas y bebidas, de todos los que relajadamente nos encontrábamos ahí.

¿Y por qué no recordar a los huéspedes también? La chica morena nicaragüense de pelo rojo y verde y botas altas, estilo militar, que escondían algún defecto en sus delgadas piernas. Dos días seguidos la encontré en la piscina; la primera vez, con otro amigo escribiendo en su computadora los dos. La segunda, con su familia (hermana y sobrinos pequeños), en calzoneta, pero nunca se metió a nadar. Y yo pensaba que su estilo tan punk y extravagante, tal vez se debía al defecto físico que deseaba esconder.

El grupo de señoras, gringuitas sonrientes, disfrutando su partido de cartas en calzoneta alrededor de la piscina. Me recordaron los viejos tiempos de mi suegrita jugando con sus amigas...

Las familias con sus pequeños hijos chapoteando en la piscina, felices y disfrutando la vida más que nosotros los adultos, porque tienen toda una vida por delante.

Todos itinerantes en este hotel amplio, rodeado de verdes jardines y vida silvestre (un zorrillo, un gato y una zarigüeya
nos acompañaron una noche), y todos teniendo que regresar a nuestros hogares y rutinas algún día.

Y mientras disfruto de este paraíso de paz y vacaciones, te doy gracias Señor por cada una de esas personas que observé, conocí y compartí unas palabras. Porque mientras yo descansaba, ellos trabajaban con alegría, para luego regresar al final del día a sus casas y saber que a fin de mes tendrían lo necesario para sus familias.

Yo también regreso mañana a mi hogar, a mis ocupaciones, a servir en lugar de ser servida pero Tú nos sigues viendo Señor, con Amor desde arriba.
 

(Escrito el 15 de diciembre del 2015)

martes, 15 de diciembre de 2015

Paseando por Nicaragua



Anécdota: Hoy fuimos a almorzar a un restaurant típico carretera a Masaya, a reunirnos ahí con una pareja de amigos de papi. Papi recordaba que el restaurante se llamaba Pueblo Viejo y que quedaba al lado del zoológico. Entonces programó Google Maps para que nos indicara el camino. El camino más corto nos sacó del boulevar Norte, que es una carretera principal, hacia una calle de 2 vías todavía asfaltada. Luego nos fue llevando por callecitas cada vez más estrechas y atravesando una colonia pobre de covachitas, tipo la Colonia Villalobos cerca del CENMA. De repente se volvió de tierra y seguíamos la aventura. Luego, también de repente, se convirtió en un “Main Boulevard”, con arriate central y todo asfaltado, pero perdido en una planicie sin casas. Más adelante, en esa planicie desierta, aparecen unos terrenos parecidos a un campo de golf que resultó siendo el NEJAPA COUNTRY CLUB y zas! se acaba el Main Boulevard y sigue una calle ancha de tierra en construcción con tractores y mucho polvo, y una vía destartalada de asfalto. Otra vez calles angostas (tuvimos que esperar a que pasara un camión); llegamos a un cementerio (esperar a que un montacargas recogiera basura en otro camión); rebasar un grupo de vacas y al fin, las callecitas curveadas nos llevaron a la carretera principal a Masaya.
Y comenzamos a buscar el zoológico, porque la vocecita de Google maps decía: “Has llegado a tu destino”. Donde creímos estaba el restaurante, pasamos de largo ya que yo creí ver el letrero que decía “Pueblo Viejo”. Regresamos en la carretera y resultó ser “Antigüedades Pueblo Viejo”. Preguntamos a unas personas que iban caminando y nos dicen: “¿Será el restaurante Mi Viejo Ranchito? Allí a 100 metros está!”.
Moraleja: aunque llegamos rápido por ese extravío, es mejor escoger la vía más lenta de Google Maps para ir más seguro! ji.ji
El regreso fue por carreteras principales y concurridas, atravesando la parte más residencial de Managua, con hoteles como el Hilton y el Intercontinental; centros comerciales como Metrocentro y otros, y pasando enfrente de la Nueva Catedral de Managua.
¡Aunque papi tan lindo! Para que yo conociera mejor se perdió un poquito y resultamos cerca de un sector de mercado como la Avenida Bolívar, con muchas camionetas y gente caminando. Pasamos enfrente del Ministerio de Gobernación, la Fuerza Naval, el Ministerio de la Defensa, la Dirección de Migración y Extranjería....pero ya estamos en el hotel de regreso.